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Racionamiento y apagón inminente

No es comprensible cómo, frente a las distintas advertencias de los sectores de expertos, no se haya presentado un plan de contingencia frente a la agresiva temporada seca.

Wilson Ruiz Orejuela
25 de abril de 2024

La riqueza ecosistémica de nuestro país, sus recursos naturales renovables y no renovables, nuestra suficiencia energética e independencia en la provisión de los servicios públicos domiciliarios ha sido, en términos generales, una constante en el sistema de abastecimiento de las distintas demandas de servicios de nuestra comunidad. En medio de este diseño, están las estrategias lideradas desde los distintos sectores expertos y por las políticas gubernamentales que contribuyen a mantener el status quo respecto de la provisión de los mencionados servicios.

Es cierto que nuestro país, así como el mundo entero, atraviesa por una crisis climática de descomunales proporciones, que avizoran una decadencia en las condiciones atmosféricas, meteorológicas, climáticas y, con ello, las consecuencias en los cuerpos de agua, la seguridad alimentaria, los recursos naturales no renovables, los ecosistemas y demás ámbitos que impactan directamente en las condiciones de vida de los seres humanos.

Ahora bien, si de algo podemos estar seguros es que esta crisis global no resulta imputable a un gobierno en particular o, peor aún, a un modelo económico y menos a una mal llamada “cultura extractivista”. El panorama actual es la suma de muchas acciones y omisiones de parte de entes gubernamentales, sector empresarial y, sobre todo, del ciudadano mundial, que ha perdido la visión y cultura sobre nuestras propias riquezas, desatendiendo el rol de conservar y proteger nuestros tesoros naturales y ecosistémicos.

No obstante, a partir de las condiciones actuales que tenemos de presente y sobre las cuales debemos transitar, no se hace justificante, ni mucho menos permisible que se omita la adopción de medidas contundentes para prevenir, mitigar y/o contrarrestar el impacto negativo de estas situaciones a nuestra vida como la conocemos.

No es comprensible cómo, ante las distintas advertencias de los sectores de expertos, no se haya presentado un plan de contingencia frente a la agresiva temporada seca (fenómeno de El Niño) y la subida de las temperaturas que afronta de manera particular la región Andina. Lo peor es que este escenario de paquidermia estatal hoy nos conduzca a una seria amenaza en las etapas de generación, distribución y comercialización de energía, valga aclarar, advertida a su tiempo y momento por la Asociación Colombiana de Distribuidores de Energía Eléctrica (ASOCODIS). Dicho de otra manera, nos enfrentamos al fantasma, cada vez más vivo, de un racionamiento en el sector energético.

De parte del Dr. José Camilo Manzur, han surgido desde la dirección ejecutiva de ASOCODIS algunas propuestas en el sentido de evitar riesgos de desabastecimiento en la prestación del servicio, sin imponer costos adicionales a la demanda, e incentivar la óptima y eficiente operación del sistema en las actuales condiciones hidrológicas, para lo cual debe existir una excelente articulación logística de combustibles. Se propone además la generación de incentivos tarifarios diferenciales necesarios para facilitar los procesos y promover la conexión al corto plazo de los recursos descentralizados de cogeneración, autogeneración y generación distribuida. Asimismo, resulta necesario evaluar la suspensión de las exportaciones de energía eléctrica y disponer mayores volúmenes de gas para generación eléctrica.

Estas, entre otras propuestas, conducen a realizar un fuerte y contundente llamado al Gobierno nacional a no quedarse impávido ante las advertencias de los expertos. Aún estamos a tiempo de implementar medidas para contrarrestar el fenómeno. No puede ser que, de forma deliberada, nos lleven a depender energéticamente de Venezuela y devolvernos a las penosas épocas de racionamiento. Me resisto a creer que nos estén conduciendo al abismo y estén combinando todas las formas de lucha para imponer un modelo retardatario y contrario a los intereses de la nación y su desarrollo.

Ya la experiencia reciente nos indica que, a partir del caos, con el desabastecimiento de agua y con el inminente racionamiento de energía, por cuenta de las dificultades que reportan las hidroeléctricas, se anuncia el principio de una era de escasez y limitación abrupta de nuestros recursos. Es hora de dejar de pensar ideológicamente y abandonar la obsesión de ser considerado un líder climático mundial y actuar pensando en el bienestar de los nacionales y su garantía de los recursos básicos, un llamado a la gerencia ejecutiva de los recursos y a su adecuada optimización, procurando siempre el bienestar común y el buen vivir.

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